HIJOS

 Supe que quería ser madre a los 12 años. De hecho, descarté muchos pretendientes porque no querían ser padres o porque tenían otras prioridades en la vida. No podía entender por qué no pensaban en la paternidad (ilusa de mí 🤣).

He sido muy afortunada porque he tenido la suerte de criarme en una familia que me ha dado todo lo que he necesitado siempre, y yo quería eso para mis hijos.
Aún recuerdo el miedo a quedarme embarazada cuando aún tenía un trabajo con un sueldo que me daba para llegar a fin de mes a duras penas, y lo fácil que pensaba que sería.

¡JA!

Ver el positivo en el predictor fue más difícil de lo que me imaginaba. Después de pasar por un infierno de test de ovulación, de estudiar mi ciclo menstrual, mi flujo menstrual, de abortos y de lágrimas derramadas, al fin llegó.

Yo tuve “suerte” y mi infierno llegó con mi segundo hijo. Con un embarazo y un parto difícil a las espaldas, la espera del segundo positivo se me hizo más liviana.

Sé de primera mano que muchas mujeres pasan por ese infierno en su primer embarazo. La sensación de soledad y desamparo que queda tras la pérdida de un bebé en sus primeras semanas de vida dentro de tu útero, deja un vacío en tu alma que es imposible llenar con nada. Por mucho legrado que te hagan.

Al fin lo consigues. Te quedas embarazada y traes al mundo a un bebé precioso, perfecto a tus ojos. Pasan los meses y tu bebé se mueve a un ritmo distinto al que dicta el mundo. Comienzan las etiquetas y algo dentro de ti se retuerce. Es increíble el daño que llegan a hacer algunas palabras.

Es el momento en el que la mujer empieza a despertarse del letargo, se da cuenta que se ha perdido por el camino de la maternidad, y pone fecha a su reencuentro consigo misma.

De ahí nace ABEJA REINA.


Y pasamos de cargar a los hijos, a llevarlos de la mano a nuestro lado.

Es increíble la velocidad a la que pasa el tiempo desde que soy madre. Llevo 10 años cámara en mano y tengo guardados mil y un recuerdos. Me siento muy afortunada de tener esta profesión.

Sé que hacerle fotos a tus hijos no es fácil. 

Si tienes alguna cámara en casa, llévatela cada vez que salgas de tu casa. Si no sabes usarla, ponla en automático y ve probando hasta que aprendas. Y si no tienes cámara, usa la de tu teléfono móvil.

Antes de hacer fotos, LIMPIA EL OBJETIVO DE TU CÁMARA; el móvil va en el bolso del carro, el bolsillo de atrás o en algún sitio peor, así que usa tu camiseta y límpialo.

Si no sabes usar el modo profesional, dispara en automático. La mayoría de teléfonos de hoy tienen inteligencia artificial para captar escenas, así que te saldrán unas fotos muy bonitas de primeras. Lo importante NO es la cámara, es tu ojo.

Y haz muchas fotos, cientos, miles. Los niños no paran. En alguna saldrá bien…. Si eres de las afortunadas que tienen hijos, se quedan quietos y sonríen cuando se lo pides para la foto, te envidio un poquito, jaja.

Y no te quedes ahí; en la tienda de aplicaciones de tu teléfono móvil encontrarás muchas que te ayudarán a editar las fotos. Así podrás recuperar la cara que ha salido muy oscura de tu hija, darle vida a una foto plana, recortar zonas (y personas) que no te interesen,...

Yo suelo usar una gratuita que se llama SNAPSEED. Es muy fácil de usar y muy intuitiva. Y si tienes alguna duda, pregúntame.

Estos son los míos. Las dos únicas fotos que pude aprovechar de una mañana entera disparando….


Mucha fuerza a todas las súper mamás que se han dejado parte de su alma por el camino.

NO ESTÁS SOLA.

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¡Gracias por llegar hasta aquí!

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